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rofundamente, un sue帽o me
sell贸,
envuelta en un manto sin
esplendor,
una mano al se帽or sol intentaba
sujetar;
retumb贸 una voz, me sacudi贸 del
lecho, vino el resplandor,
una voz incomparable, un trueno
que hizo temblar.
Voz que me estremeci贸, que me
alz贸: ¡vuelve a m铆!
“¿D贸nde est谩s?”, clamaste,
“¡Sol, cae sobre la tierra!”
Y cay贸, se desplom贸 el gran
se帽or sol;
me alc茅, buscando el rostro de
quien me llam贸.
Abatida y fatigada, el fr铆o
quebr贸 mis huesos,
la ausencia de tu voz me
desmoron贸.
Se escuch贸 un pueblo
silenciado,
y no era tu voz, sino un
clamor,
una mano me jal贸, y en el espejo
vi mi reflejo;
¡Espanto, no!, por favor,
¡espanto no!,
la calavera sin amor, en el
espejo se mostr贸.
Cansada de tu ausencia, busqu茅
el fin en mi lecho,
¡No pude!
manantiales de sacrificios
brotaban de mi pecho.
Tu voz, tan lejana, orden贸 al
sol, y en su ira,
un mar de fuego devor贸 cada
hogar,
hombres de todas las edades
yac铆an heridos,
todos, todos, anhelaban tu
voz,
vuelve a m铆, voz que
ilumina,
d茅jame ver el alba con m谩s
fuerza que el sol.
Entonces, sin aviso, tu voz
retumb贸 otra vez,
mand贸 arrancar mi coraz贸n; no
conceb铆 quedar sin 茅l,
me oblig贸; sin opci贸n,
susurr贸:
“¡Esto va a terminar!”
Me qued茅 helada ante esa
sentencia,
y el tormento, de alguna forma,
se apag贸,
sin grilletes, sin hierro… en
silencio, el tiempo se calm贸.
Hermoso馃グ
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